Este ha sido declarado el Año Internacional de la Quínoa en
reconocimiento a los pueblos andinos que han mantenido, controlado,
protegido y preservado esta semilla como alimento para generaciones
presentes y futuras. Así que aprovecho esta oportunidad para hablar de
las fantásticas cualidades nutricionales que tiene esta semilla que se
utiliza en la cocina como si fuera un cereal.
La quínoa, a la que los incas llamaban “grano madre”, es una semilla que
procede del Altiplano boliviano, capaz de crecer en zonas semiáridas a
más de tres mil metros de altura y soportando condiciones extremas que
ningún otro cultivo puede resistir. Por eso, y por su privilegiada
composición nutricional, en 1975 la Academia de Ciencias de Estados
Unidos la declaró el mejor alimento de origen vegetal para el consumo
humano y la NASA la eligió como ingrediente fundamental de la
alimentación de sus astronautas.
Valor nutricional
La quínoa contiene una gran proporción de proteínas de alto valor
biológico (el doble que cualquier cereal) y una decena de aminoácidos
esenciales, además de calcio, magnesio, hierro y fósforo, así como
vitaminas C, E, B1, B2, B3 y ácido fólico. Resulta de muy fácil
digestión, no contiene gluten -y por tanto puede entrar en la dieta de
las personas celíacas- y no tiene colesterol. Resulta ideal para
deportistas, niños, estudiantes y mujeres embarazadas.
Cómo cocinarla
La quínoa se puede usar en cocina exactamente igual que el arroz, pero
es conveniente lavarla bien antes de cocerla para eliminar las saponinas
que contiene. Tiene un gusto suave, similar a las nueces y se puede
comer sola, con carne, pescado o verduras y en preparaciones dulces o
saladas. Puedes encontrarla en tiendas de dietética.
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